
Una historia como muchas otras…
Principios de Septiembre de 2018. Vuelve el calor. Terracita de verano en Madrid en La Latina. Abarrotada de gente. Al fondo, una pareja de ancianos tomándose una copa de vino. Se acerca una persona de color ofreciendo “artilugios varios” guardados en una sábana sucia. Pregunta si alguien quiere algo. Con respeto. Sin incordiar. Para ganarse la vida. Nadie quiere nada. Aparece el dueño del restaurante. Muy exaltado. Con mala educación le espeta a gritos que se vaya. Le insulta en todo amenazante
El hombre inicia su retirada. No quiere líos.
NINGUNO reaccionamos.
… salvo dos personas. La pareja de ancianos coge suavemente el brazo del hombre. Le pregunta si es tan amable de sentarse con ellos. Le ofrecen una copa de vino. El hombre mira al dueño del restaurante ‘como pidiendo permiso’. Se ‘percibe cierto miedo’ en su cara. Con una SONRISA, la anciana dice al dueño que el vino está excelente y que el servicio siempre ha sido siempre excepcional. SIN JUZGAR su comportamiento previo.
Como por ‘arte de magia’ al dueño del restaurante ‘se le cambia la cara’. Pide perdón por su comportamiento. Estrecha la mano al hombre y dice que están invitados.
Un verdadero ejemplo de empatía!
“Una sonrisa puede iluminar los lugares más oscuros”
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