Dicen que el que escribe, lee dos veces. Frase con mucho sentido. Tomar notas y apuntes siempre ha sido una tarea importante.
Nuestros aliados: El boli BIC y el papel. Y la atención. Por supuesto.
Luego surgieron los rotuladores Stabilo Boss para colorear. Eran “una pasada”. Al principio solo estaba el amarillo. Luego los colores se multiplicaron. Luego aparecieron los bolígrafos Pilot. Los “Fórmula 1” de la escritura. En clase había expertos en tomar apuntes. Sus apuntes eran una obra de arte. Con una caligrafía maravillosa.
Los ‘tomadores de apuntes’ se clasificaban en dos; los generosos y no generosos. Los primeros te cedían amablemente sus apuntes para fotocopiarlos. Los segundos no.
Aunque los mejores apuntes siempre fueron los que uno tomaba por sí mismo. Aunque no fuesen tan perfectos. El arte de tomar apuntes nunca debería pasar de moda. Exige ganas, atención, esfuerzo, priorizar, decidir, prescindir, conceptualizar…
No es un tema exclusivo “del cole”.
Debería complementarse con el “copy paste”, con hacer una foto, con recopilar textos de Google o imágenes de Pinterest. Lo antiguo y lo nuevo siempre deben trabajar de la mano. Complementarse. En cualquier aspecto de la vida.
Siempre se obtendrán mejores resultados.