
17.00 horas. Suena el telefonillo de casa.
– ¡Ya bajo!
– ¡No bajas!. ¡Tienes que hacer los deberes!
– Porfa, mami. Déjame. Está toda la pandilla abajo esperando. Hoy toca Vuelta Ciclista… y mañana campeonato de Liga al ‘futbol-chapa’. No puedo faltar.
– Vale. Pero solo una hora.
Corriendo a la habitación a coger las chapas. Preparadas con cariño. Con fotos pegadas de ciclistas, jugadores de fútbol o coches de carreras. El proveedor de chapas era Pepe. El del bar de la esquina. Las tenía preparadas en un bote para darlas a los chavales. En el parque del barrio está montado el circuito ciclista. Elaborado hace una semana. Absolutamente intacto. Ningún viandante se atreve a pisarlo ni acercarse. Un circuito difícil. Con multitud de curvas. Con un puente.
Solo los más avezados conocen la técnica. Metiendo tres dedos en la chapa y girándola de canto permite avanzar más rápido y hacer curvas de 90 grados.
Ya estamos todos. Como siempre, todos hemos elegido a Cabestany.
Da igual. ¡Empieza el juego!
Categorías:La vida misma, Relatos y Moralejas del día a día