
Hace tiempo escuché la siguiente noticia en la radio mientras regresaba en coche a casa por la noche.
Un niño autista está con su madre en la estación de metro de Cuatro Caminos en Madrid. El niño va acompañado con su “trapito de apego”. Es un trapito que le hace estar más seguro. Más tranquilo. Es su trapito de toda la vida. Siempre sale a la calle con él. Madre e hijo se suben al metro. El metro se va. Y, sucede lo peor que puede pasar. Descubren que se han olvidado su trapito en un banco en la estación.
Regresan.
Y ya no está.
La madre lo busca desesperada. Pregunta a todo el mundo. Publica en Twitter un mensaje para saber si alguien lo ha encontrado. No hay respuesta. El trapito estaba descatalogado. Ya no se fabricaba.
La noticia se propaga.
Emiten en la radio un comunicado para saber si alguien lo ha encontrado. Y, sucede el milagro.
Una madre de Guadalajara (creo) tenía el mismo trapito en un cajón. Era el trapito de su hijo cuando era pequeño. La madre consulta con su hijo la opción de darlo. Su hijo dice que sí. Se pone feliz. Contactan con la madre del niño. Y se lo envían por mensajería urgente.
Por la noche y para la hora de la cena, ese niño autista tenía de nuevo a su trapito gemelo con él.
Me gustó mucho la historia.
Categorías:Relatos y Moralejas del día a día