Tener un buen coach es un regalo

Hace cinco años realicé un curso de #coaching. Fue una buena decisión. Aprendí en una pequeña escuela. La profesora dominaba la técnica. Amaba profundamente su profesión. De forma transparente te explicaba las expectativas del curso. Antes de pagarlo. Prefería perder un cliente a ‘pervertir los valores de su escuela’. Tenía una habilidad innata para escuchar activamente, para no juzgar, para preguntar, para empatizar con la gente. No vendía humo. Los valores del coaching los practicaba en su vida. Daba ejemplo.
Acabé el curso y saqué dos conclusiones:
1. – Me falta la esencia para ser coach en mayúsculas. Necesitaría varias vidas para conseguirlo.
2. – Tener un coach en tu vida es un regalo.
Siento verdadera lástima por el uso industrial y, a veces, inapropiado, que se hace la palabra ‘Coaching’. Por el marketing y la venta desmedida. Con el afán de vender y vender, se ha pervertido la esencia. Una pena. Se acaba vendiendo humo. No todo el mundo puede ser Coach. Como tampoco puede ser astronauta. Para ser un buen Coach no es necesario un certificado. Hace falta saber y valer. El mendigo del barrio puede tener la esencia para ser el mejor Coach del mundo.
Contar con un buen Coach es un privilegio.