
Pagaría por tener un mentor en la empresa.
Un buen mentor.
Un mentor cercano. Confiable. Al que pudiese acudir para pedirle consejo. Que me “observase a la distancia”. Que acudiese a mí cuando me viese confundido. Y,… hay muchos. En cualquier organización:
1.- Ese Director de Tecnología… que diferencia lo urgente de lo importante a las mil maravillas y no traslada la presión al equipo.
2.- Ese Director de proyecto… que trata los conflictos entre personas con absoluta empatía
3.- Esa Directora de negocio… que ha sufrido inmensamente el año pasado por cumplir los objetivos y siempre se la ha visto con la cabeza alta y segura de sí misma.
4.- Ese Product Manager… que influencia y motiva a la gente con alegría para que se cumplan los objetivos en condiciones muy desfavorables.
5.- Esa directora de marketing… que comunica a la perfección sin emplear eufemismos y sus mensajes quedan grabados a fuego en la cabeza.
¿Cómo lo hacen? ¿Cómo han conseguido llegar a hacerlo? ¿Qué debo cambiar para aprenderlo? ¡Cuánto se podría aprender de ellos!
… aprendizaje del bueno, de calidad, pragmático, particularizado, motivador, inspirador.
Sólo se necesitan unas horas de su tiempo al año. El ROI por sus horas está claro:
Más mentores disponibles.
He tenido la suerte de tener 2 mentoras así en el pasado pero luego de ellas, los siguientes han sido terribles. La primera enseñaba dando el ejemplo, y la segunda era una líder mu empatica por naturaleza. Buen artículo