
Éramos mucho más jóvenes. Nos encomendaron la responsabilidad de realizar una ‘auditoría de sistemas’ en una empresa del sector lácteo. Pusimos mucho esfuerzo. Identificamos una gran cantidad de deficiencias, mejoras, imperfecciones, etc…
Presentamos los resultados en un bonito Power Point con múltiples colores. El equipo directivo escuchó atento las recomendaciones. Sin decir nada. Acabada la reunión el directivo dijo: “Muy buen trabajo. La ‘auditoría’ está hecha. Díganme ahora qué debo hacer o cambiar para alcanzar ese nivel de excelencia”.
Regresamos todos a la oficina. Habíamos hecho “lo sencillo’, ‘lo fácil’… identificar ‘los fallos’. Quedaba lo complicado. Trabajamos mucho. Realizamos otro bonito Power Point con muchos más colores. Nos empleamos a fondo. Utilizamos términos en inglés para dar ‘seriedad’ a la presentación. Pusimos muchos gráficos y números.
Al cabo de unas semanas regresamos de nuevo. El directivo dijo: “Gracias por el esfuerzo. No quiero Power Point. Explíquenme las decisiones que debo tomar hoy mismo. De forma pragmática”.
No fue una reunión fácil. Saqué un aprendizaje:
“Es mucho más ‘sencillo’ identificar errores y fallos… que encontrar soluciones pragmáticas y realistas”.
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