
Su objetivo era ‘retirarse’ a los 50.
Lo consiguió. A los 48 años. Tenía un ‘talento’ especial para la alta dirección. Trabajó inmensamente. Hizo sacrificios increíbles. Trabajó muchísimas horas. Pasó largas temporadas fuera de casa. Tuvo que aguantar mucha presión y “comerse muchos sapos”. Promocionó en la empresa como la espuma. Hasta que llegó a los más alto. A ser socio de la misma. Con un sueldo varias veces superior al del presidente del gobierno. Con todos los privilegios. Con estátus. Con reconocimiento.
Pero, tuvo que pagar un precio. Un precio importante. Se separó de su mujer a los 35. Se perdió completamente la infancia de sus dos hijos. Tuvo varios achaques de ansiedad debido a la presión. Sus amigos cercanos le dábamos consejos para que “ordenase su vida y sus prioridades”. “Que se cuidase”, etc.
Pero estaba perdido. Muy perdido en la vida. Y, cuando uno está perdido no hay consejo que valga. Solía decir “cuando me retire ya tendré tiempo a disfrutar de verdad”. Hace ahora un año que se retiró. Logró su objetivo. A los 48 años. Con una cuenta bancaria muy bien alimentada. Pero está muy triste. No es capaz de disfrutar. No tiene hobbies. No se divierte.
Siempre tendrá a sus amigos … pero se siente solo.
Siempre será mi amigo.
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