Hace un año que ya no está. Y se nota.
Los niños del colegio le echan de menos. Mis hijas le echan mucho de menos. A las 8:00am Javier siempre estaba en los alrededores del colegio. Barriendo. Limpiando papeleras. Poniendo bolsas de basura. Es el basurero de la Zona Norte del barrio. A todos los niños que entraban en la escuela acompañados de sus padres les hacía una broma, y claro, todos los niños querían ver a Javier antes de entrar en el cole.
A mi hija pequeña, Javier una vez la persiguió con la escoba diciendo con voz de pájaro loco “Voy a barrer a esta niña”. Se partía de risa. Y claro, todas las mañanas insistía a Javier para que la persiguiese con la escoba, y Javier lo hacía.
La mayor no quería ser menos y le decía que le persiguiese también a ella como a su hermanita pequeña. Y Javier lo hacía con gusto y con una sonrisa. Y otros niños se unían al juego.
Los niños no juzgaban a Javier por su trabajo de basurero. Javier era la persona que les hacía reír. Y era lo importante. Y los padres, cuando veían a sus hijos reír, también sonreían y se subían en sus coches para ir a sus trabajos con una Gran Sonrisa en la cara.
Gracias a Javier, el basurero del barrio
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